viernes, 23 de octubre de 2009

Fijando vértigos 8

LOS NUEVE LIBROS DE LA HISTORIA (Libro Segundo)




66. Grande es la abundancia de animales domésticos y sería mucho mayor si los gatos no sufrieran este percance: las hembras después de parir no se allegan ya a los machos, y éstos, por más que tratan de juntarse con ellas, no lo logran; acuden, pues, a esta astucia: quitan por fuerza o por maña, a las hembras sus cachorros y los matan, pero no los comen. Las hembras despojadas de sus cachorros y deseosas de otros, se allegan de este modo a los machos, porque este animal es amante de su cría. Cuando hay un incendio, pasa con los gatos un hecho extraordinario. Porque los egipcios se colocan de trecho en trecho guardando a los gatos, sin ocuparse de extinguir el fuego; pero los gatos cruzan por entre los hombres a saltos por encima de ellos y se lanzan al fuego. Cuando tal sucede, gran pesar se apodera de los egipcios. En las casas en que un gato muere de muerte natural, todos los moradores se rapan las cejas solamente; pero al morir un perro, se rapan la cabeza y todo el cuerpo.
67. Los gatos son llevados después de muertos a locales sagrados, y allí son embalsamados y sepultados, en la ciudad de Bubastis. HERÓDOTO (siglo V a. J.C.)
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EL CONGRESO DE LOS RATONES

Juntáronse los ratones
para librarse del gato,
y, después de un largo rato
de disputas y opiniones,
dijeron que acertarían
en ponerle un cascabel;
que andando el gato con él
guardarse mejor podrían.
_¡Pensamiento agudo a fe!_
dijo un ratón literato,
fingiendo cojear de un pie: _
¡A ver, señores!, ¿quién le
pone el cascabel al gato?

LOPE DE VEGA (1562 - 1635)
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EL GATO

Usa tanta astucia y tanta
indiferencia, que finge
como una actitud de esfinge,
que nada asombra ni espanta.
Su malignidad me encanta
y, en cambio, me desespera
la crónica carraspera
del runrún de su garganta.
Lo estoy mirando. Su pelo
es brillante terciopelo
que se quema con el sol,
y sobre el negro tejado
duerme, y parece, enroscado,
un enorme caracol.

OVIDIO FERNÁNDEZ RÍOS
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A TRAVÉS DEL ESPEJO Y LO QUE ALICIA ENCONTRÓ ALLÍ (fragmentos)

Mientras hablaba la levantó de la mesa y la sacudió hacia atrás y adelante con todas sus fuerzas.
La Reina Roja no opuso ninguna resistencia. Sólo que su rostro se achicó mucho, y sus ojos se volvieron grandes y verdes. Y mientras Alicia seguía sacudiéndola, ella continuó volviéndose más baja... y más gorda... y más suave... y más redonda... y...

… y realmente era un gatito, después de todo.

-Su Majestad Roja no debería ronronear tan fuerte- dijo Alicia, frotándose los ojos, y dirigiéndose a la gata respetuosamente, aunque con cierta severidad-. ¡Me despertaste de un sueño tan lindo! Y tú estuviste conmigo, Kitty, en el mundo del otro lado del Espejo. ¿Lo sabías, querida?
Es una costumbre muy inconveniente de los gatitos (Alicia había hecho la observación) que, cualquier cosa que se les diga, siempre ronronean. “Si al menos ronronearan para decir “si” y maullaran para decir “no”, o siguieran una norma de esa clase -había dicho ella- , de modo que uno pudiera mantener una conversación. ¿Pero cómo se puede hablar con una persona si siempre dice lo mismo?”
En esta ocasión, la gatita sólo ronroneó, y era imposible adivinar si quiso decir “si” o “no”.

LEWIS CARROLL (1832 - 1898)
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POEMAS CON GATO

II
Gato del cuento, gato del cuento,
gato que sólo vivió un momento
y se quedó en la eternidad.
Gato sin botas y sin sombrero,
de ti, gato que quiero, ¿qué será?
¿Andarás por el aire verde
y te enredarás de setiembre
y volverás y volarás?
Gato aniñado del poeta
salúdalo desde su carpeta
y ayúdalo a soñar.

III
Ayúdalo gato al poeta,
dale el sueño de comerse el gallo de la veleta.
Dale caminos a sus pies.
Y siete vidas de hoces y probetas,
para que sufra las proezas del vivir y del conocer.
Oh, gato sin botas, no lo abandones,
maúllale desde los rincones, córrelo otra vez.
Quiero verlo atareado yendo de uno a otro lado
impaciente y fantástico como le vi ayer.
Gato te pido, si eres un sueño del camino
vuelve a aparecer.
Dale maullidos, resoplidos, erízale sus sentidos
y hazle creer.

HÉCTOR YANOVER (1929)
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EL GATO CON BOTAS (fragmento)

(…) maese gato llegó a un hermoso castillo, cuyo amo era un ogro, el más rico que jamás se haya conocido, porque todas las tierras por donde el rey había pasado le pertenecían. Tuvo el gato buen cuidado de informarse quién era este ogro y de lo que sabía hacer. Llegado al castillo, solicitó permiso para hablar con él, argumentando que no había querido pasar por allí sin tener el honor de rendir al dueño del castillo los homenajes que tan gran señor se merecía.
El ogro lo recibió tan cortésmente cuanto puede serlo un ogro, y lo hizo descansar.
-Me han asegurado -dijo el gato- que poseíais el don de cambiaros en toda clase de animales; que podíais, por ejemplo, transformaros en un león, en un elefante.
_Os han dicho la verdad- respondió bruscamente el ogro-; y para demostrároslo, me vais a ver transformado en un león.
Se aterrorizó tanto el gato al ver a un león ante sí, que huyó al tejado por una gotera, no sin dificultad y sin peligro, puesto que las botas no son muy apropiadas para andar sobre tejas.
Al poco rato, cuando el gato hubo visto que el ogro había recuperado su primera forma, bajó y confesó haberse dado buen susto.
-También me han asegurado - dijo el gato-, aunque me cuesta creerlo, que tenéis el poder de revestir la forma de los animales más pequeños, por ejemplo, de una rata, de un ratón. Confieso que eso me parece imposible.
-¿Imposible? -replicó el ogro-: Ahora vais a verlo.
Y acto seguido se tornó en un ratón, que se puso a correr por el suelo. Mas tan pronto como lo vió el gato, se le echó encima y lo devoró.

CHARLES PERRAULT (1628 - 1703)
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GATO

El gato desconoce
los extravíos del miedo,
por eso su paso desnudo
por la casa
entre la sombra
sobre los precipicios
de la noche,
y por eso
su dibujo amarrado
al vértigo más hondo.

Todo plenitud
y permanencia,
una sola fisura lo traiciona:

el ojo
como una huída
como un vacío expectante
o como un salto
al revés.

DORA HOFFMANN ( - 1978)
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“PORQUE HE DE REPARAR EN JEOFFREY, MI GATO”




Porque he de reparar en Jeoffrey, mi Gato.
Porque es siervo del Dios vivo, y como es debido cada día lo sirve.
Porque a la primera vislumbre de la gloria de Dios en el Este, a su manera lo adora.
Porque lo hace enroscándose siete veces seguidas con elegante agilidad.
Porque salta entonces al alcance del almizcle con que bendice Dios su plegaria.
Porque se revuelca, tras su cabriola, para impregnarse de ese perfume.
Porque cumplido su deber y la bendición recibida, en sí mismo repara.
Porque lo hace en diez movimientos.
Porque, primero, se examina las patas delanteras para ver si están limpias.
Porque, segundo, empina el trasero con el mismo propósito.
Porque, tercero, se lo limpia todo a lo largo extendiendo las patas delanteras.
Porque, cuarto, se afila las garras contra alguna madera.
Porque, quinto, se lava.
Porque, sexto, se alisa lo lavado.
Porque, séptimo, se espulga para que nada pueda interrumpirlo en sus actividades.
Porque, octavo, se frota contra un poste.
Porque, noveno, alza la cabeza en espera de instrucciones.
Porque, décimo, parte en busca de alimento.
Porque habiendo reparado en Dios y en su propia persona se dispone a reparar en su prójimo.
Porque si se encuentra con una gata, dulcemente la besa.
Porque cuando atrapa alguna presa juega con ella para brindarle una oportunidad.
Porque un ratón sobre siete escapa cuando así juguetea.
Porque terminado el trabajo de la jornada se dedica al asunto que más le concierne.
Porque de noche es el centinela de Dios contra todo adversario.
Porque contrarresta los poderes de la oscuridad con su pelaje eléctrico y el fulgor de sus ojos.
Porque contrarresta los del Diablo, que es la muerte, avivando a la vida.
Porque con sus oraciones matutinas prueba su amor al sol que le prueba su amor.
Porque pertenece a la tribu del Tigre.
Porque el Gato Querube es un nombre del Ángel Tigre.
Porque tiene la sutileza y el siseo de la serpiente, del que prescinde cuando está de buenas.
Porque nada destruirá si está bien alimentado, ni proferirá amenazas mientas no se le provoque.
Porque ronronea agradecido cuando Dios le dice que es un buen Gato.
Porque es el manual en que pueden los niños aprender la benevolencia.
Porque sin él toda casa está incompleta como si una bendición le faltara al espíritu.
Porque el Señor dio instrucciones a Moisés respecto de los gatos cuando los hijos de Israel
partieron de Egipto.
Porque cada familia se llevó por lo menos a un gato en su equipaje.
Porque los gatos ingleses son los mejores de Europa.
Porque en el uso de sus patas delanteras es el más limpio de todos los cuadrúpedos.
Porque la destreza con que sabe defenderse es señal de que Dios lo ama sobremanera.
Porque es más rápido en lograr su propósito que cualquier otra criatura.
Porque es tenaz cuando quiere salirse con la suya.
Porque en él se mezclan lo grave y lo festivo.
Porque sabe que Dios es su Salvador.
Porque nada es más dulce que su paz cuando reposa.
Porque nada es más vivaz que su vida cuando está él en movimiento.
Porque cuenta entre los pobres del Señor, y así, perpetuamente, se le dice con benevolencia:
“¡Pobre Jeoffrey!¡Pobre Jeoffrey!”, la rata te ha mordido el pescuezo.
Porque bendigo el nombre de Jesús cuando Jeoffrey ha sanado.
Porque el divino espíritu desciende sobre su cuerpo para conservarle su integridad gatuna.
Porque a tal punto es pura su lengua que su exceso de pureza compensa su falta de música.
Porque es dócil y capaz de aprender ciertas cosas.
Porque puede quedarse quieto y muy serio, que es paciencia en busca de aprobación.
Porque puede cumplir con encargos menudos, que es paciencia en el desempeño de una tarea.
Porque puede brincar por encima de un bastón, que es paciencia puesta a prueba.
Porque puede, a una orden, hacer gracias y acrobacias.
Porque puede saltar desde alguna eminencia a los brazos de su amo.
Porque puede atrapar un corcho en el aire y volver a lanzarlo.
Porque el hipócrita y el avaro lo detestan.
Porque el primero teme ser descubierto.
Porque se niega el último a mantener a un gato.
Porque arquea el lomo para compenetrarse de su papel.
Porque es muy reflexivo y, de ser hombre, se expresaría con claridad.
Porque hizo muy buena impresión en Egipto por sus señalados servicios.
Porque mató al Icneumón, el pernicioso roedor de esas tierras.
Porque es tan fino su oído que los sonidos lo hieren.
Porque de ello proviene la suma rapidez con que presta atención.
Porque acariciándolo descubrí la electricidad.
Porque advertí que la luz de Dios lo envolvía, como cera y fuego al mismo tiempo.
Porque ese eléctrico fulgor es la substancia espiritual, sustento de los cuerpos del hombre y
de la bestia que envía Dios desde los cielos.
Porque es visible el divino favor en la variedad de sus movimientos.
Porque, si no puede volar, es prodigio cómo trepa a cuatro patas.
Porque en ir y venir sobre la faz de la tierra no lo supera otro cuadrúpedo.
Porque baila al compás de cualquier música.
Porque puede nadar para salvarse la vida.
Porque puede gatear.

CHRISTOPHER SMART (1722- 1771)
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LOS GATOS







Los amantes fervientes y los sabios austeros
en su madurez, aman de los gatos la raza;
los gatos, fuertes, suaves, orgullo de la casa,
como ellos sedentarios y como ellos frioleros.

Amigos de la ciencia y el deleite a la vez,
al horror y al silencio de las tinieblas fieles,
los tomara el Erebo por fúnebres corceles,
el doblegarse al yugo pudiera su altivez.

Al meditar adoptan las nobles actitudes
de las esfinges, que en solitarias latitudes,
en ensueños sin fin se adormecen tranquilas;

mágicas chispas brotan de sus ancas fecundas,
y partículas de oro, como arenas profundas,
estrellan vagamente sus místicas pupilas.

em>CHARLES BAUDELAIRE (1821- 1867)
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BEPPO

El gato blanco y célibe se mira
en la lúcida luna del espejo
y no puede saber que esa blancura
y esos ojos de oro, que no ha visto
nunca en la casa, son su propia imagen.
¿Quién le dirá que el otro que lo observa
es apenas un sueño del espejo?
Me digo que esos gatos armoniosos,
el del cristal y el de caliente sangre,
son simulacros que concede al tiempo
un arquetipo eterno. Así lo afirma,
sombra también, Plotino en las Ennéadas.
¿De qué Adán anterior al paraíso,
de qué divinidad indescifrable
somos los hombres un espejo roto?

JORGE LUIS BORGES (1899 - 1986)

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CANTOS A BERENICE

II
No estabas en mi umbral
ni yo salí a buscarte para colmar los huecos que fragua la nostalgia
y que presagian niños o animales hechos con la sustancia de la frustración.
Viniste paso a paso por los aires,
pequeña equilibrista en el tablón flotante sobre un foso de lobos
enmascarados por los andrajos radiantes de febrero.
Venías condensándote desde la encandilada transparencia,
probándote entre cuerpos como fantasmas al revés,
como anticipaciones de tu eléctrica envoltura
-el erizo de niebla,
el globo de lustrosos vilanos encendidos,
la piedra imán que absorbe su fatal alimento,
la ráfaga emplumada que gira y se detiene alrededor de un ascua,
en torno de un temblor-.
Y ya habías aparecido en este mundo,
intacta en tu negrura inmaculada desde la cara hasta la cola,
más prodigiosa aún que el gato de Cheshire,
con tu porción de vida como una perla roja brillando entre los dientes.


VIII
¿Y qué viniste a ser en esta arca impar
donde también “conmigo mi raza se termina”?
Tú, tan semejante a la naturaleza en su inminente salto
replegado en la jungla del instinto.
¿La gata de las mieses,
cautiva entre las ruedas del oscuro solsticio
que muelen hasta el último espíritu del grano?
¿La Perséfona estéril,
arrebatada por la huída del sol a los negros recintos
donde el polvo tapia las puertas y traba los cerrojos?
Si ese fue tu reverso,
¿por qué no te arrojaste de cara a los tejados de la primavera?
No hubo ninguna antorcha de rescate por ti,
ni chispas que propiciaran tu división en la progenie.
Jugaste en una vez, con los dados en blanco,
el principio y el fin de la aventura.
Ganaste a mala luna el gato mutilado
que se pudrió al caer, noche tras noche, por el desagüe de tu sueño,
y te quedaste a solas, sin saber, en el alba del celo
-el enjambre furioso, la vibración que atruena-,
interrogando en vano a un hueso ambiguo,
a una indescifrable cabeza de pescado,
a un hermético claustro de semillas,
por si en ellos estaban el aguijón y la respuesta,
por si acaso sabían.

OLGA OROZCO (1920 - 1999)
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POEMAS CON GATO

IV

Gato que maúlla, gato que eres bueno
gato que no tiene pluma en el sombrero
gato que me sigues por el mundo entero
¿qué quieres de mí?

Me sigues de cerca como a una rata,
no llevas espada, ni vaina, ni lata
mas todo lo que hago lo pruebas,
lo catas, ¿por qué eres así?

Hay en tu mirada reproche y consuelo,
lo que hay y te gusta lo cazas al vuelo,
lo demás me cuesta ciento de pañuelos,
¿no te irás de aquí?

Gato te prometo que seré muy bueno,
ondeará la risa siempre en tu sombrero,
andaremos juntos por el mundo entero,
quien eres ya sé.

Al que se traicione daremos consuelo,
al que tenga sueño le daremos vuelo
cuando nos vayamos miles de pañuelos
nos despedirán

Adiós nos dirán.
Adiós sin adiós.
Adiós que es amor.

HÉCTOR YÁNOVER (1929)
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THE NAMING OF CATS

The naming of Cats is a difficult matter,
It isn´t just one of your holiday games;
You may think at first I´m as mad as a hatter
When I tell you, a cat must have THREE DIFFERENT NAMES.
First of all, there´s the name that the family use daily,
Such as Peter, Augustus, Alonzo or James,
Such as Victor or Jonathan, George or Bill Bailey -
All of them sensible everyday names.
There are fancier names if you think they sound sweeter,
Some for the gentlemen, some for the dames:
Such as Plato, Admetus, Electra, Demeter -
But all of them sensible everyday names.
But I tell you, a cat needs a name that´s particular,
A name that´s peculiar, and more dignified,
Else how can he keep up his tall perpendicular,
Or spread out his whiskers, or cherish his pride?
Of names of this kind, I can give you a quorum,
Such as Munkustrap, Quaxo, or Coricopat,
Such as Bombalurina, or else Jellylorum -
Names that never belong to more than one cat.
But above and beyond there´s still one name left over,
And that is the name that you never will guess;
The name that no human research can discover -
But THE CAT HIMSELF KNOWS, and will never confess.
When you notice a cat in profound meditation,
The reason, I tell you, is always the same:
His mind is engaged in a rapt contemplation
Of the thought, of the thought, of the thought of his name:
His ineffable effable
Effanineffable
Deep and inscrutable singular Name.

T. S. ELIOT (1888 - 1965)
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MI GATO MUERE

La muda que a tus ojos
cercenaba a zarpazos
en tus ojos me daba
zarpazos de agonía

Anegada en abismo
volvía tu mirada
no queriendo dejarnos
maullando por la vida

En la muerte caíste
ávida de silencio
que se asomó buscando
en tus ojos quedársenos

Y ni el silencio pudo
contar con tu silencio

RODOLFO ALONSO (1934)
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El gato
se encaramó
en un remate

de la alacena y
primero la pata
delantera derecha

cautelosamente
después el trasero
descendió

en el abismo
de la vacía
maceta.

WILLIAM CARLOS WILLIAMS (1883 - 1963)
_____

GATO CASERO

“Me agrada estar entre mujeres bellas
¿Por qué mentir sobre estas cosas?
Lo digo una vez más:
Me agrada platicar con las mujeres bellas
Aunque no hablemos más que tontadas.

El ronroneo de las antenas invisibles
Es a la vez estimulante y delicioso.”

EZRA POUND (1885 -1972)
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GATA
A Liliana

Después de tantas azoteas y regazos, intemperie y ternura
concluye aquí mi itinerario de gata que no supo encontrar
su casa, su rincón de hábitos, su dueño para siempre: su gato.
Es honesto y duro confesarlo ante alguien que me perdona
sin escucharme, con padrenuestros y avemarías que no me sirven
más que para echarme de nuevo, junto a una calidez cercana.
Ser gata es tan desgraciado como ser persona; enamorarse
del apego, no de un ser, enamorarse de cierta certidumbre mentida
que reemplaza a lo verídico que reciben siempre los perros.
Inmóvil, los ojos abiertos a mi verdad felina y sabedora
olfateo un ayer que olvido, un mañana que trizará el tiempo
y me estiro largo a largo, cierta de estar sola y acariciada.
Los demás deslizan manos o palabras sobre mi yacencia
y los dejo hacer, ajena a sus inquietudes o indiferencia
gata al fin, gata definitiva, gata como todas las gatas.

EMMA DE CARTOSIO (1928)
_____

EL GATO

Quiero en mi casa
Una mujer que algo signifique
Un gato pasando entre los libros
Y en cada estación amigos
Que no puedo vivir sin ellos.


GUILLAUME APOLLINAIRE (1880 - 1918)
_____

EL GATO

I

En mi cerebro se pasea,
tal como en su departamento,
un gato hermoso, fuerte y dulce,
cuyo maullido es tan atento,

que si maúlla se le oye apenas;
mas que su voz gruña o halague
-tal es su hechizo y su secreto-
es siempre rica y es suave.

Esta voz, que filtra y rezuma
en mi fondo más tenebroso,
como un cordial me regocija,
me colma, verso numeroso.

Adormece los peores males,
y todo éxtasis contiene;
para murmurar largas frases
no pide palabras, ni tiene.

Mi corazón, rico instrumento,
no conoce arco que lo muerda,
y que haga más regiamente
cantar su más vibrante cuerda,

que tu voz, gato mío extraño,
gato seráfico y misterioso,
es que todo, como en un ángel,
es tan sutil cuanto armonioso.



II

En su piel, dorada y oscura
tan dulce aroma hay que quedé
embalsamado cierta noche,
porque una vez lo acaricié.

Es mi espíritu familiar;
en su imperio sólo su voz
preside, inspira y juzga todo;
¿es quizá un genio?, ¿o es un dios?

Si mis ojos al gato amado,
cual de un imán por hipnotismo
se dirigen sumisamente
y miro dentro de sí mismo,

veo con asombro profundo
la luz de sus opalescentes
pupilas pálidas, fanales claros,
que me contemplan fijamente.


CHARLES BAUDELAIRE (1821 - 1867)
_____

EPIFANÍA DEL GATO

¿Pero qué maúllas
acá, fugitivo,
acomodaticio nublo
sin más
embrollo que la danza
en sensual desafío
a la metáfora del horizonte
doméstico?
Reposa, ven y calla la boca.
Ven y verás; al punto,
esos aires de selva mal domada
se disolverán en tapicería,
pavesas mágicas y, oh, digámoslo
por complacer a Charles Baudelaire,
un rebusco de gran esfinge perezosa
que satura galán la resolana.

JAIME GARCÍA TERRÉS
_____

EL GATO NO PARECE QUE SUPIERA

que lleva al tigre oculto, adormilado,
pero espera
del hambre el acicate

y lo verás despierto,
desplegado,
a la vez

distendido y en ristre.
Entre piedras y matas se avecina
al acecho de un ala.

Hay un gorrión
que, ávido y absorto en su filón,
picotea una oruga.

Un salto aleve
de la rama a la roca,
y verás que las alas y las tripas

asoman por la boca.


HUGO PADELETTI (1928)
_____

QUIETUD Y ESENCIA

Un gato
que así se escurre
por los techos amanecidos
con pisadas de nadie,
rítmico gris
turbador apenas del nácar
que deshoja el cielo en cornisas,
medianeras, balcones,
excrecencias de cinc,
si alcanzas a verlo, es
una ocurrencia póstuma de la noche,
una intriga del aire, sí,
no es
más verdad, te dices,
que el residuo de sueño
bajo el súbito párpado aniquilado
después de mirar de veras.

La identidad del gato,
con todo, no es cuestionable
más que la tuya propia
cuando a miles de ausencias de ti te aduermes,
mecido por los negocios,
la indolencia, la tontería,
la avidez, pero hay esto, digamos:
mientras
aquel gordo asiático en trance de flor del cielo,
el de cuerpo compacto, voz modulada,
el de muerte
como un perfume,
te resulta una enormidad
de otra fauna, ¿qué asombro entonces
te induce a pensar que el gato
sólo es
si lo ves mullido,
una esfinge en broma en el patio,
bajo tiernos azules y oros de otoño?

Y en verdad, una que otra vez en el día
él es el,
pero siempre entonces
asiste impasible al juego,
con su edredón echado junto al abismo
donde pugnan el no y el sí;
él es
cuando así se carga
con sísmicas vibraciones
-concentración, asanas, relajación,
respiración de devas-
de la vida que le han menguado

el maquinal, estulto acecho, el desplante
de la cola erecta al volverse,
el estupor que pasa y le encorva el lomo,
el capricho furtivo
de la zarpa en sedas y tules,
el desdeñoso ayuno, la correría.

El es él,
inmortal fugaz cuando absorbe
rendidamente ese asedio,
los embates, cercos, vaivenes de la irreal
realidad. Y si mira entonces
sin mirar, está claro:
nada hay afuera
que dentro no esté; es la tarde
con el sol y las moscas en las macetas,
el aliento de la cocina a recién lavado,
el rincón verdinoso de la rejilla
que traga con ruido, es
en las patas del banco el mundo
de la araña en trajín, y es las azucenas
que en silencio transcurren,
y es el rápido cielo que arriba sigue,
la raíz sin edad de aquel árbol donde
despertó como un rayo el príncipe de los
[ Sakyas
y no vio su reino. Es lo mismo
que a sí mismo se mira así,
sin división.

En una
musical, doméstica, frágil ecuación, pasa
que al gato así descuidado
por el tiempo en el patio
todo
sin cesar lo sostiene, y él
todo tiene asomado al ojo infinito.


JORGE ANDRÉS PAITA (1931)
____

GATO LUNERO

Gato, gato lunero, gato de los tejados
nupciales. Brasas verdes. Degollados violines
de las siete lujurias. Ese de espadachines
mostachos y bufidos y saltos endiablados.

Ese de los atroces amores despeñados.
Lo recuerdo en Toledo y en hora de maitines,
antes de amanecer, cuando los fervorines
soñolientos despegan los párpados sagrados.

Nocturna comprensión, por fin, de las hurañas
rejas y las paredes altas como montañas
para atajar al Diablo y encerrarlo en el mundo.

Seguramente, aquel giboso garabato
felino, era una traza del espíritu inmundo
que cuela por los techos el fósforo del gato.


ENRIQUE LARRETA (1875 - 1961)
_____

A UN GATO

No son más silenciosos los espejos
Ni más furtiva el alma aventurera;
Eres, bajo la luna, esa pantera
Que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
Divino, te buscamos vanamente;
Más remoto que el Ganges y el poniente,
Tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
Caricia de mi mano. Has admitido,
Desde esa eternidad que ya es olvido,
El amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
De un ámbito cerrado como un sueño.


JORGE LUIS BORGES (1899 - 1986)
_____

GATO PARCO

El pez miraba al gato de reojo.
El gato meditaba me enojo o no me enojo.

El hilo de la vida es apenas un brillo.
El gato quiere jugar con el ovillo.

El pez navegará hasta donde sea posible.
Vivir deja una estela invisible.


GABRIEL ZAID
____

XIII

lo mira primero largamente desde el centro de sus globos rojos. hace un mohín. se arquea, se yergue, danza, en puntas de pie, en torno a él. danza sin cesar, ahora, lentamente hasta adormecerlo. se acerca. se relame. lame el hocico enemigo, están bigote a bigote. es la hora en que seres y objetos se mimetizan y casi nada es lo que su sombra.

el ratón pierde el equilibrio y plac al plato.

allí lo encuentra, el gato, al despertar a mediodía. sorbe la leche sin dejar gota. está a punto de consumar el postre.
entrecierra, entonces, los ojos recordando.

lo toma del cuello con cuidado, acaricia la cabeza helada. con ambas manos lo lleva hasta su pecho en gesto de velar dos suertes.

NORMA FUMERO (1948)
_____

LOS GATOS

Atención gatos vagabundos, sed adivinos y traedme en vuestro cuerpo, pleno corpúsculo
eléctrico, el viento duro de la noche que se aproxima.

MIGUEL ÁNGEL BUSTOS (1932 - 1976)
_____

FELINO EN EL DORMITORIO

respira conmigo
en mi pecho dormita nuestra gata
reposa sobre mí
apagó ya el motorcito emocionante
no dormirá mucho
pronto despertará
me mirará desde la especie
acercará sus bigotes a mi barba
aparentará volver a acomodarse
y como si tal cosa
hundirá sus patas en mi estómago
y saltará hacia otros ensueños en una orilla de la cama

ROLANDO REVAGLIATTI (1945)
_____

a Isaac

Durante el té, los gatos pintaron de verde mi nuca.
Purificaron así una opinión de ratones.

EMILIANO BUSTOS (1972)
_____

CARTAS - CCCL

Un gato desteje el cielo del desierto. Su mano parece distraerse en esa mariposa que
-si no fuera por los puñales de las alas- vuela en azul. El paisaje tiene árboles y peces (o es el ojo del gato -alucinado-), tiene una escultura de mujer abrazando al niño no nacido. Otra vez la casa, la ventana, los ancestros. Hay una cueva en la pared. La sed nos mira nuevamente.

DANIEL HORACIO GRAD (1961)
_____

CON UN GESTO

El gato mira con sus ojos de oro, pero no dice nada.
El perro, en cambio, aúlla incansable.
La muerte acaricia al gato y le concede siete dones.
Al perro lo enloquece con un gesto.


ELISEO DIEGO (1920 - 1993)
_____

LA MALDAD DEL GATO

Los gatos suelen
sentarse en las ventanas.

No todo lo que se sienta
en una ventana es un gato.
No todo lugar donde hay un gato es
una ventana.

No todas las ventanas
sirven de asiento a un gato.
No todos los gatos aman
sentarse en las ventanas.

Pero los gatos suelen
sentarse en las ventanas.

Pobres
los gatos que no encuentran
ventana,
las ventanas que no tienen
gato,
aquellos que buscan
en cada ventana un gato,
los que enmarcan
alrededor de cada gato
su ventana.

De cualquier manera
los gatos suelen
sentarse en las ventanas.


PAULA SALMOIRAGHI (1969)
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EL GATO

Nunca entendí si su presencia
es la geométrica urdimbre de un mecano.
Pero creo en sus ojos
cuando la luna dibuja caracoles
y es su delicada pulcritud
la que sostiene la tarde
y mis desvelos.

El gato se enciende en la casa
palmo a palmo
en su augusta mitad.

Nada hay de extraño
o mitológico en sus obstinaciones.

Frente a su figura
soy un pájaro errático
en la cima del mundo.


PIERO DE VICARI (1963)
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GATOS

A media tarde
dejamos de interesarles,
enmudecen,
y con envidiable solidaridad
corren hacia sus iguales,
la abeja que revolotea en el jardín,
la hoja cayendo en espiral
sin sentido aparente,
vellos rojizos
y dorados lustres vegetales
colgando de sus zarpas.

Estirados en el sillón
mirando esos enigmáticos juegos
nuestras sensaciones se aclaran,
se hacen más claras
que los dictados del cerebro.
No, no los llamaremos.
La interrupción les disgustaría.


ALBERTO GIRRI (1919 - 1991)

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LLUVIA OBLICUA

(...)
Gato que juegas en la calle,
como si fuera en la cama,
envidio la suerte que es tuya
porque ni suerte se llama.

Buen siervo de las leyes fatales
que rigen a piedras y gestes,
que tienes instintos generales
y sientes sólo lo que sientes.

Eres feliz porque eres así,
todo lo nada que eres, es tuyo,
yo me veo y estoy sin mí,
me conozco y no soy yo.

FERNANDO PESSOA (1888 - 1935)
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POEMAS CON GATO

Para Débora


Todos los gatos estarán muertos
y yo seré el único gato vivo.

Vendrás a verme bajo tierra
hecho un finísimo maullido.

Sólo tu mano me extrañará.
Todos los gatos estarán muertos,
será la paz.


HÉCTOR YANOVER (1929)
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SIETE VIDAS

al sobreviviente

Doméstico
en torre de seis pisos,
portador del gen
de la augusta sordera:
mirada azul,
pelaje blanco,anda
por la estrecha cornisa
Sasha, el felino.

Equilibrada sombra.

En aleteo de alas
otras sombras
azuzan los instintos.
Y desatado salta.

Ojo de pozo,
ávido, gris, enorme
ojo de un cielo
invertido.
Por aliento del vacío
sobre sí mismo
gira cayendo cayendo
¿Caído?

Losa tras losa
suma sus muertes.

( Y reflexiona:
-Vivir a tiempo,
y en la justa medida.)

Arborizan, sobre la rama,
uñas y dientes.
Y el gato
atesora el séptimo don:
otra vida.

julio de 2003

Cristina de Berbari (1943)
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OJOS DE GATA

a Andrea Gutiérrez
Tengo la infancia olvidada
por un abuso del crepúsculo.
Cualquier mirlo sagaz
puede ver en mis ojos
la hoguera
donde ardieron las brujas.

Mis ojos
de bolita japonesa.

Persas
fenicios
vándalos
aqueos
adoraron mi estirpe
el noble arte de ocultarme
entre sedas y especias.

Tengo débil la sombra
tensado el iris como un arco.
Acecho el corazón de las palomas.
Y mato enamorada
con un salto.

Mis ojos
de bolita japonesa.

Pero no doy consuelo.
No acompaño.
No espero.
Mi destino es errar:
perder el sueño.
Como un perfil egipcio
confundida entre símbolos
caeré como las hojas de mi otoño.

EDUARDO MILEO (1953)
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GATOS NOCTURNOS

Cuántas estrellas tiene un gato
me preguntaron en París
y comencé tigre por tigre
a acechar las constelaciones:
porque dos ojos acechantes
son palpitaciones de Dios
en los ojos fríos del gato
y dos centellas en el tigre.

Pero es una estrella la cola
de un gato erizado en el cielo
y es un tigre de piedra azul
la noche azul de Antofagasta.

La noche gris de Antofagasta
se eleva sobre las esquinas
como una derrota elevada
sobre la fatiga terrestre
y se sabe que es el desierto
el otro rostro de la noche
tan infinita, inexplorada
como el no ser de las estrellas.

Y entre las dos copas del alma
los minerales centellean.

Nunca vi un gato en el desierto:
la verdad es que nunca tuve
para dormir más compañía
que las arenas de la noche,
las circunstancias del desierto
o las estrellas del espacio.

Porque así no son y asÍ son
mis pobres averiguaciones.


PABLO NERUDA (1904 - 1973)
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FICHA Nº GATO


A “Griffe”

No habla, no ríe, no llora, no cuenta nada de su vida
es pequeño y ya está separado de su madre.
Es el llamado a ser pródigo aunque jamás buscó serlo
y quizás por ello nunca regresará a la casa paterna.
Apareció una mañana sin que nadie lo haya traído.
Bebe leche mucha leche aunque no en biberón o taza.
Todos lo amamos de diferente manera y tiene diez apodos
en castellano inglés francés italiano ruso chino...
No le obligan a tragar píldoras ni soporta inyecciones.
Sus ojos fijos, sin pestañeo, asombran a los nuestros.
Su deslizarse me lo hermana por mudo y elástico.
No tiene casa ni novia propias pero le sobran las que goza.
Piensa callado como los árboles los andenes los muelles.
Nos dice: “¡Buenos días!” rozándonos y se despide sin adiós.
Para mí es “el pequeño rey de las alturas” dedicado
a este grupo dispar, heterogéneo pero puro
a fuerza de sufrir el vejamen de los “sanos”.

EMMA DE CARTOSIO (1928)
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ÚLTIMOS DÍAS DEL AÑO

Se me escurre como un pez, se me escurre como
un pez, la felicidad, tonta. Siempre visita a
los otros. El camino no es el que tomé. El
estanque está sin agua, un incendio arrasó la arboleda.

Y mi gato criollo, pura panza, puro instinto y
suspicacia está pupilo en otra casa porque no
fui buena madre, así como leen.

KATO MOLINARI (1943)
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LA GATA (fragmento)

… Saha, en el fondo del espejo, desde lejos, le miraba gravemente.
- Ya voy... ya voy.
Se tiró encima del campo fresco de las sábanas, teniendo cuidado de no magullar a la gata, y, rapidamente, le dedicó algunas letanías del ritual, adecuadas a los encantos y virtudes de una gata de color de ceniza, de pura raza, pequeñita y perfecta.
-Mi osito mofletudo... gatita fina, fina, fina..., palomita azul..., mi diablillo color perla...
En cuanto apagó la luz, la gata se puso a hollar delicadamente el pecho de su amigo traspasando cada vez con una sola garra la seda del pijama, rozando apenas la piel para que Alain sintiera un placer ansioso.
-Todavía siete días, Saha..., - suspiró.
Dentro de siete días y siete noches, una vida nueva en un alojamiento nuevo, con una muchacha enamorada e indomable. Acarició el pelaje de la gata, cálido y fresco, que olía a boj cortado, a tuya y a césped lozano. El animal ronroneaba a voz en cuello y a oscuras le dió un beso de gato, pasando un instante su naricilla húmeda debajo de la nariz de Alain entre las fosas nasales y el labio. Beso inmaterial, rápido, raramente concedido.
- ¡Ah, Saha...! Nuestras noches...

COLETTE (1873 - 1954)
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MEMORIAS DE LA ETERNIDAD DEL TIEMPO
(Crónicas del medioevo florentino) (fragmento)

El acero de una daga relampagueó entre la maleza. Iba el joven artista solo por entre los bosques y los ciervos. Pero lo rojo tiñó el verde, el marrón y la paz. Sentada en su alcoba, con la inquietud de los insomnes, escuchó los gritos y las corridas. El gato negro hermoso, salió asustado de su rico almohadón, y unió su maullido a los gritos.
Antes, la belleza incólume y negra
como un amoroso Cupido entre los amantes;
ahora, un heraldo pero también
la amistad pura y el consejo cierto
entre el hombre y la mujer,
la mujer y el hombre
unidos en la Puerta al Paraíso
o en la entrada al Infierno.
Más bien los pasos entre el quejido
de los novios perpetuos
y el caminar del gato negro,
conducen al Amor, y a la Eternidad
y los protege el Ángel.
Le dieron permiso para que el hermoso animal la acompañara, y en la celda oscura, el gato negro fue su Luz.

ILEANA GÓMEZ GAVINOSER (1965)
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PUERTAS ADENTRO

Como Blake con el tigre,
ante tu gato haces
caso omiso de uñas, lengua áspera,
poblados pelos largos,
estrías blancas,
pero das vueltas
en torno del apego, confusa
fraternidad,
ensayas la exigencia
de que ese vigor sea tuyo, el tuyo,
y de indagarlo
con monólogos, elusivos discursos
a un huésped no atento,
sin cooperar,
sin airadamente
estirarse significando que apenas
cerraste postigos, cortinas,
él ya captó:
a sus pies antipatías, infatuaciones,
prontuarios de la menuda hojarasca
que depositas,
que en la sagacidad animal
buscas disolver, tu apremio
por acertar con alguien
que se mantuvo único, arquetípico,
el par que te sostenga, te corresponde;

como Blake al tigre,
Poe al cuervo,
Basho a la rana,
sentándote a rogar
por la benigna, favorable unión
de los golpes de tu aliento, ansia fatigosa,
y la prescindencia de un libre, sin culpa.


ALBERTO GIRRI (1919 - 1991)
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EL GATO

Ven, bello gato, a mi pecho amoroso:
retén las uñas de tu pata,
y deja que me hunda en tus dos bellos ojos,
mezclados de metal y de ágata.

Cuando mis dedos a gusto acarician
tu lomo elástico y tu cabeza,
cuando mi mano del placer se embriaga
de recorrer tu piel eléctrica,

a mi mujer creo ver. Su mirada
como la tuya, amable bestia,
fría y profunda, hiere como un dardo;

y de los pies a la cabeza,
un sutil aire, un peligroso aroma,
nadan en torno de su piel morena

CHARLES BAUDELAIRE (1821 - 1867)
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EL GATO NEGRO (fragmento)


… Hacía ya algunos momentos que miraba a lo alto del tonel, y me sorprendió no haber advertido el objeto colocado encima. Me acerqué a él y lo toqué. Era un gato negro, enorme, tan corpulento como Plutón, al que se parecía en todo menos en un pormenor: Plutón no tenía un solo pelo blanco en todo el cuerpo, pero éste tenía una señal ancha y blanca, aunque de forma indefinida que le cubría casi toda la región del pecho.
Apenas puse en él mi mano, se levantó repentinamente, ronroneando con fuerza, se restregó contra mi mano y pareció contento de mi atención. Era, pues, el animal que yo buscaba...
Continué acariciándole, y cuando me disponía a regresar a mi casa, el animal se mostró dispuesto a seguirme. Se lo permití, e inclinándome de cuando en cuando, continuamos hacia mi casa acariándole. Cuando llegó a ella se encontró como si fuera la suya, y se convirtió rápidamente en el mejor amigo de mi mujer.
Por mi parte, no tardó en surgir en mí una antipatía hacia él... Durante algunas semanas me abstuve de pegarle o de tratarle con violencia. Pero, gradual e insensiblemente, llegué a sentir por él un horror indecible.
Lo que despertó en seguida mi odio por el animal fue el descubrimiento que hice a la mañana del siguiente día de haberlo llevado a casa. Como Plutón, también él había sido privado de uno de sus ojos...
No obstante, el cariño que el gato me demostraba parecía crecer en razón directa de mi odio hacia él. Con una tenacidad imposible de hacer comprender al lector, seguía constantemente mis pasos. En cuanto me sentaba, acercábase bajo mi silla, o saltaba sobre mis rodillas, cubriéndome con sus caricias espantosas. Si me levantaba para andar, metíase entre mis piernas y casi me derribaba, o bien trepaba por mis ropas, clavando sus largas y agudas garras hasta mi pecho. En tales instantes hubiera querido matarle de un golpe, pero me lo impedía en parte el recuerdo de mi primer crimen. Y sobre todo, me apresuro a confesarlo, el verdadero terror del animal... No pocas veces mi mujer había llamado mi atención con respecto al carácter de la mancha blanca de que he hablado y que constituía la única diferencia perceptible entre el animal extraño y aquel que había matado yo. Recordará, sin duda, el lector que esta señal, aunque grande, tuvo primitivamente una forma indefinida.Pero gradualmente, por fases imperceptibles, había concluído adquiriendo una nitidez rigurosa de contornos.
En ese momento, era la imagen de un objeto que me hace temblar nombrarlo. Era, sobre todo, lo que me hacía mirarle como a un monstruo de horror y repugnancia. Y lo que, si me hubiera atrevido, me hubiese impulsado a librarme de él. Era ahora, en fin, la imagen de una cosa abominable y siniestra: la imagen ¡de la horca! ¡Oh, lúgubre y terrible máquina! ¡Máquina de espanto y crimen, de muerte y agonía!

EDGAR ALLAN POE (1809 - 1849)
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LA GATITA MUERTA

¿Por qué tan triste la muchachita?
¿Por qué los goces del juego evita?
¿Por qué se oculta, y en un rincón,
el más sombrío de estancia aislada,
llora solita y acurrucada,
como paloma sin su pichón?

¿Perdió su rorro grande, que dice
Papá? ¿La ausencia de Berenice,
su dulce amiga, le causa afán?
¿Sufrió el regaño de adusta abuela,
o sufre acaso, porque a la escuela
mañana mismo la llevarán?

¡Ah! Es que ha muerto su hermosa gata,
cuyo bigote, púas de plata,
cien y cien veces acarició;
la de albo pelo, mayar sonoro,
ojos muy verdes, veteados de oro,
la remonona que tanto amó.

Por eso pena la muchachita,
por eso el goce del juego evita,
odia el bullicio, y en un rincón,
el más sombrío de estancia aislada,
llora solita y acurrucada,
como paloma sin su pichón.


AMADO NERVO (1870 - 1919)
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GATO EMBOTADO
(Canción de niños)


Gato Embotado viene y va,
con una mano en la cintura,
con el sombrero
de mosquetero,
donde una larga pluma obscura
hace que no y hace que sí.
Por un sendero de alelí,
Gato Embotado viene y va,
¿qué pensará?; ¿quién lo sabrá?

Gato Embotado viene y va,
¿pensando en qué?; ¿quién lo sabrá?
En toda Francia
no hay arrogancia
como la “dél”; cuando el acero
saca a brillar, fuerte y ligero,
hasta las ranas, a su paso,
se echan al agua, por si acaso.
Gato Embotado viene y va,
y lo que piensa Dios lo sabrá.

AUTOR ANÓNIMO
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EL GATO QUE VA SOLO (fragmento)


Este dibujo representa el Gato que iba solo, paseando por la Húmeda Selva, sin más compañía que su salvaje presencia, meneando su cola salvaje.No hay en el dibujo nada más, salvo algunos hongos. Tenían que crecer allí, porque la Selva era muy húmeda. Ese bulto que se ve en una rama baja no es ningún pájaro. Es el musgo que crecía en ella, por ser tan húmeda la Húmeda Selva.
Debajo del principal dibujo he representado la Cómoda Caverna en que vivieron el Hombre y la Mujer cuando llegó el Nene. Era su Caverna de verano, y frente a ella sembraron trigo. El Hombre va montado en el Caballo, en busca de la Vaca para traerla de nuevo a la Caverna y ordeñarla. Está con el brazo en alto para llamar al Perro, que ha cruzado el río a nado en busca de conejos.



...-¡Ah!- dijo el Gato-. Entonces, el ratón no me hará daño si me lo como, ¿verdad?
-No- dijo la Mujer, que seguía trenzándose y recogiéndose el cabello -; cómetelo en seguida y te lo agradeceré.
El Gato dió un brinco y cogió al ratón chiquito, y la Mujer dijo:
-Mil gracias. Ni siquiera el Primer Amigo sabe coger tan prestamente los ratones como tú. De veras que eres listo.
Y en aquel preciso instante, hijo mío, el Cacharro de la leche, que estaba junto al fuego, se partió por la mitad - ¡zas! -, recordando lo que había convenido la Mujer con el Gato; y cuando la Mujer saltó del escabel, sucedió que el Gato lamía la leche tibia y blanca que había quedado en uno de los trozos.
-¡Oh Enemiga mía y Esposa de mi Enemigo y Madre de mi Enemigo! -dijo el Gato-. Soy yo; has pronunciado ya tres palabras en alabanza mía, y ahora puedo beber siempre, tres veces al día, la leche tibia y blanca. Pero soy todavía el Gato que va solo y todos los lugares le dan lo mismo.
Entonces la Mujer se echó a reir y dió al Gato otro cuenco de tibia y blanca leche, diciendo:
-¡Oh Gato! Eres tan avisado como el Hombre; acuérdate de que no cerraste ningún trato con el Hombre ni el Perro, y no sé lo que harán cuando regresen.
-¿Y a mí qué me importa? -dijo el Gato-. Mientras tenga sitio en la Caverna, junto al fuego, y leche tibia y blanca tres veces al día, nada se me da lo que el Hombre y el Perro puedan hacer.
Aquella noche, cuando el Hombre y el Perro entraron en la Caverna, la Mujer les refirió toda la historia de lo ocurrido con el Gato, mientras éste estaba junto a la lumbre y se sonreía.
-Sí -dijo el Hombre-, pero no olvides que no ha cerrado ningún trato conmigo, ni con mis descendientes que se estimen. Cogió entonces sus dos botas de cuero y su pequeña hacha de piedra (y suman tres), y luego un leño y una destral (y suman cinco), y los puso en fila diciendo:
-Ahora vamos a cerrar nuestro trato. Si no coges siempre los ratones cuando estés en la Caverna, te arrojaré estas cinco cosas en cuanto te vea, y lo mismo harán todos mis descendientes que se estimen.
-¡Ah! -exclamó la Mujer-. Este Gato es muy avisado, pero no lo es tanto como el Hombre, mi marido.
El Gato contó las cinco cosas -que parecían muy duras y llenas de protuberancias- y dijo:
-Atraparé siempre ratones en la Caverna, pero sigo siendo todavía el Gato que va solo y todos los lugares le dan lo mismo.
-No te darán lo mismo cuando yo esté cerca -repuso el Hombre-. Si no hubieses dicho esto último, hubiera apartado estas cosas para siempre; pero ahora te arrojaré mis botas y mi pequeña hacha de piedra (y suman tres) siempre que dé contigo. Y lo mismo harán todos mis descendientes que se estimen.
Entonces dijo el Perro:
-Espera un poco. Tampoco conmigo has cerrado ningún trato, ni con mis descendientes que se estimen. -Y le mostró los dientes diciendo-: Si no te portas bien con el Nene cuando yo esté en la Caverna, te perseguiré siempre hasta alcanzarte y morderte. Y lo mismo harán todos mis descendientes que se estimen.
-¡Ah! -dijo la Mujer al oírlo-. Este Gato es muy avisado, pero aun lo es más el Perro.
El Gato contó los colmillos del Perro (que parecían, en verdad, muy afilados) y dijo:
-Cuando esté en la Caverna me portaré siempre bien con el Niño mientras no me tire demasiado de la cola. Pero soy todavía el Gato que va solo y todos los lugares le dan lo mismo.
-No te darán lo mismo si yo estoy cerca -repuso el Perro-. Si no hubieses dicho esto último, yo hubiera cerrado la boca para siempre; pero desde ahora, cuando te encuentre te perseguiré hasta que te subas a un árbol. Y lo mismo harán mis descendientes que se estimen.
Entonces el Hombre arrojó contra el Gato sus dos botas y su pequeña hacha de pedernal (y suman tres cosas), y el Gato salió corriendo de la Caverna, y el Perro lo persiguió hasta obligarle a encaramarse a un árbol. Y desde aquel día, de cada cinco hombres hay siempre tres que, cuando encuentran al Gato, le arrojan algo, y todos los perros dignos de este nombre lo persiguen hasta que se refugia en la copa de un árbol.
Pero, por su parte, también el Gato cumple lo convenido. Mata los ratones y se muestra cariñoso con los nenes mientras no le tiren demasiado de la cola. Mas, cumplidos sus deberes, cuando sale la Luna y llega la noche, vuelve de cuando en cuando a ser el Gato que va solo y todos los lugares le dan lo mismo. Entonces se marcha a los Húmedos Bosques, o se sube a los Húmedos Árboles, o camina por los Tejados Húmedos y solitarios, meneando su cola salvaje, sin más compañía que su salvaje presencia.



Junto a la lumbre, el Gato sabe ronronear,
o se sube a una rama, y se queda allí, inerte;
juega con un bramante, con un viejo tapón,
mas no por alegrarme: es él quien se divierte.
En cambio, el perro Binkie me gusta mucho más,
pues su conducta no es jamás ambigua:
Binkie como el Primer Amigo vuelve a ser,
y yo soy como el Hombre de la Caverna antigua.

Juega el gato a ser Viernes (aquél del Robinsón)
y humedece una pata a su manera,
y va por el alféizar de la ventana: allí
ha de quedar la huella que Crusoe descubriera.
Luego eriza la cola, con un leve mayar,
y se rasca y no atiende a lo que digo;
en cambio, a cualquier hora Binkie quiere jugar
y es muy de veras mi Primer Amigo.

Más de una vez el gato la cabeza apoyó
en mis rodillas, como si mucho nos quisiera;
pero, apenas me acuesto, ya el gato se marchó,
y decide en el patio pasar la noche entera,
hasta ver otro día alborear,
y así su falsedad conozco. Mas conmigo
descansa y ronca Binkie por la noche, a mis pies,
y es mi Primer Amigo.

RUDYARD KIPLING (1865 - 1936)

Fijando Vértigos agradece a Librería Huemul su gentil colaboración.
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Se dice que el personaje Felix the Cat fue inspirado en “El gato que anda solo” de Rudyard Kipling. Con esta serie se produjo un fenómeno inverso al que normalmente se ha dado en el comic. Creado por el australiano Pat Sullivan en 1917 para el cine de animación, fue incorporado a las tiras cómicas en 1923. El pequeño felino negro es una de las grandes creaciones del arte de comics; su soledad, su alienación, su obstinada lucha contra el destino, le señalan como uno de los primeros héroes del absurdo disfrazado de animal.


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MUSEO DEL GATO

Sobre el canal Herengracht, en un palacio del siglo XVII, cuyos interiores fueron diseñados por el célebre pintor Jacob de Witt, hay un museo que es la culminación de la relación amorosa entre Bob Meijer, joven banquero y filántropo holandés, y su gato John Pierpont Morgan. Los dos compartieron 17 años plenos de ternura y aventuras. Pocos años después de la muerte de su compañero, Meijer cumplió su sueño al inaugurar el Museo del Gato, visitado anualmente por 50.000 gatófilos. En él pueden admirarse, entre otras piezas, varios aguafuertes de Rembrandt y Picasso, pinturas del artista ruso Tarkhoff y del japonés Fujita y un gato momificado, proveniente del Antiguo Egipto. Un motivo alusivo a El gato que camina solo, de Rudyard Kipling, adorna la bandera blanca del Museo y el alfombrado de su escalinata. Meijer encargó a un pintor que retratara a John y sus amigos organizaron un certamen poético, premiando a quien captara mejor el carácter del gato. Fiel a su profesión, Bob llegó al extremo de imprimir dólares falsos con el retrato de John, sustituyendo el lema In God We Trust (En Dios confiamos) por We Trust No Dog (No confiamos en ningún perro). (Revista de “La Nación”, 1990)
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Fijando vértigos Poesía
dedica este número
a los gatos siameses
que duermen a orillas de un
umbroso jardín alejados para
siempre del “mundanal ruido”
Dylan Thomas
Lily Smalls
Benyi
Uno
Pitu
Tobías
mientras
Pachus
Sasha (el sobreviviente)
Sushi
y Carey
aún nos acompañan

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Estaba el señor don gato,
sentado en silla de oro,
usando medias de seda
zapatillas de mil pecado,
chaquetilla de sargento
y muy bien abotonada;
sombrero de cuatro pelos,
parecía un escribano.
Le vino la risa al gato
se cayó de silla abajo,
se quebró siete costillas
y la punta de la cola...
Hicieron llamar al médico
juntamente al escribano,
hicieron el testamento
de todo lo que había robado:
siete libras de tocino,
y otras tantas de pescado,
un tarrito de manteca
para los días de fiesta,
y un tarrito de porotos
para los días de alboroto.

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